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    Por: Luis Felipe Dorado.

    El limite de cualquier alianza política es la transparencia, lo dijimos en 2017 a momento que SOL marco distancia de Demócratas debido al destape de la corrupción municipal en Cochabamba. Reafirmamos esa convicción hoy que Demócratas se reafirma por el manejo del poder a espaldas del país, entregándole al partido que perpetró el fraude electoral 2019 el manejo de lo que debían ser los primeros comicios de la era post-Evo. 

    Hay dos cosas que Santa Cruz y Bolivia deben saber sobre La Ley de Régimen Electoral Transitorio promulgada el fin de semana por el gobierno provisional de Yanine Añez: Que le da la última palabra en la designación del Tribunal Electoral y le devuelve el control de los tiempos políticos al MAS.

    Estando facultada por el articulo 170 de la Constitución a convocar a nuevos comicios dentro de los inmediatos 90 días, y disponiendo de la oportunidad para garantizar una reestructuración colegiada del Tribunal Supremo Electoral, la administración de Demócratas optó devolver al MAS el poder para diferir los tiempos de la elección en al menos seis meses, si no es que más.

    Además, siempre gracias a Demócratas, con un control legislativo que ya no refleja la voluntad de la mayoría del país, el MAS definirá autoridades electorales que administrarán al menos las próximas dos elecciones nacionales y – lo más importante para el partido de Costas y Ortiz – también subnacionales.

    Es fácil entender por qué razón Demócratas cometería el despropósito de devolver al MAS la iniciativa y el timing de la transición.

    Además de su ya conocida carencia de visión de país – misma que los llevó a ceder a los viejos partidos centralistas el protagonismo de esta coyuntura en La Paz, la administración Costas busca reacomodo y control de los próximos comicios, lo que demandaba dos elementos: Tiempo, que les proveyó la ley del MAS y recursos del erario nacional y departamental que ahora ellos controlarán por algunos meses más.

    El ex Secretario de Hacienda José Luis Parada ha de tener duro trabajo estos días en el Ministerio de Hacienda, saneando la historia de la relación financiera que la gobernación de Costas y el régimen Morales compartieron durante catorce años.

    En la otra vereda, cogobernar en la transición por seis meses más, devuelve a un Costas completamente deteriorado la posibilidad de seguir pagando lealtades – o al menos silenciar críticas, en lugar de dar genuinas señales de pacificación regional. Negociarle al MAS las expectativas de Santa Cruz y el país a cambio de extender su mandato nos recordará qué exactamente esperar de quienes capitularon la autonomía dejando a merced del MAS a decenas de dirigentes cruceños en 2008.

    Nos reafirmaron que su prioridad no era dictar una amnistía que cerrara las heridas regionales, sino reafirmarse en el cargo para imponer su impunidad.

    La prioridad de Demócratas era encontrar la manera de prorrogase sin enfrentar el repudio de una ciudadanía que entiende lo apremiante y crítico de concluir la transición, y decidieron que la mejor manera era entregarle al MAS la responsabilidad por dilatar la salida estructural mientras ellos se convertían en beneficiarios “involuntarios” de prorrogarse en la administración nacional y regional.

    Ahora su plan es sencillo, si usted repara en el Artículo 19, numeral II de la Ley Transitoria del MAS: “Rotar para no dejar”. Durante los siguientes seis meses usted verá a la administración Costas preparar una rotación de candidaturas, harán de los próximos comicios un grosero enroque de cargos.

    Con tiempo, recursos públicos y una ley a su medida, y a la medida del MAS, no le sorprenda ver a Rubén Costas correr para alcalde, o a Oscar Ortiz para Gobernador. Pero sepa que independientemente de donde ellos vayan, ellos se representan a sí mismos y no a Santa Cruz.

    *Luis Felipe Dorado es diputado por el departamento de Santa Cruz y candidato a la Gobernación de ese departamento.

    OPINIÓN.

    ANN BOLIVIA.